martes, 29 de abril de 2008

"Me gustan los estudiantes", por Marcel Claude



Han transcurrido casi dos años del movimiento de los pingüinos, estudiantes secundarios cuyas manifestaciones abrieron un amplio debate sobre la precariedad de la educación básica y media en Chile. No debe sorprender que los estudiantes hayan vuelto a las calles y que las reivindicaciones planteadas entonces sigan siendo el lucro, la Ley General de Educación, la calidad de la enseñanza, la JEC, la tarifa escolar, entre otros. Todo lo anterior pese a la instalación del Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación -anunciada por la Presidenta Michelle Bachelet- que debió haber generado propuestas adecuadas, pero sólo sirvió para frenar el movimiento estudiantil y no superar las grandes lacras del sistema: financiamiento, calidad y equidad. Y pese a que el tema esté hoy en el Congreso, aunque no parece existir una intención de avanzar en su tramitación.

En este escenario, que opera bajo la cuestionada lógica vigente en mayo de 2006, lo esperable es que las brechas existentes en la educación se acrecienten, por ejemplo, en los resultados de la PSU 2007: solo 1% de los hijos de las familias de menos recursos superaron los 700 puntos, mientras que en los hijos de familias de altos ingresos llega a 16%. Estas cifran demuestran que los pobres en su condición de exclusión reciben una educación muy deficiente, lo que no ocurre con los estudiantes de altos ingresos. De allí que el sistema de selección universitaria sólo sea el reflejo de la realidad social, razón por la cual, en la última propuesta entregada por los secundarios al Mineduc en diciembre pasado, se planteó su eliminación definitiva y su reemplazo por un mecanismo que considere sistemas de bachillerato humanista y científico.

En esa misma y errada dirección se pueden considerar a otros mecanismos como el Aporte Fiscal Indirecto (AFI), que resulta hoy una medida de política pública regresiva, porque bajo el supuesto de favorecer la excelencia académica, premia a aquellas instituciones de educación superior que acogen a los alumnos de los estratos socioeconómicos más altos, que son aquellos que obtuvieron mejores resultados en la PSU y provienen, a la vez, de los colegios privados que muestran históricamente los mejores resultados en la prueba Simce. Un círculo vicioso que lleva más de 30 años sin romperse, heredado de la dictadura y que la Concertación ha ratificado. Basta recordar las demandas de los secundarios de la segunda mitad de los ’80 que no eran ni más ni menos que las mismas del 24 de abril, cuando nuevamente los estudiantes salieron a la calle en distintas ciudades y recibieron la acostumbrada represión policial.

Han transcurrido dos años de tramitaciones inútiles, donde contrariamente a lo planteado en mayo del ’68 por los estudiantes franceses, los nuestros sí han sido realistas, porque han pedido sólo lo posible, pero en Chile lo posible es imposible. Es políticamente absurdo responsabilizar a las movilizaciones estudiantiles por el poco avance logrado, porque si no fuera por éstas el consejo asesor de educación nombrado por Bachelet sesionaría ante la tumba del ex dictador. Seamos honestos: ni el Gobierno ni la oposición han querido modificar el marco regulatorio de la dictadura. La solución existe y es tan antigua como la vieja Europa, aquella que nos gusta imitar, y que enfrenta el problema con cuantiosas inversiones públicas financiadas con un sistema tributario que grava más a los que más tienen y a las grandes empresas.

No nos puede sorprender que los estudiantes vuelvan a salir a las calles para reclamar por un grave problema país que se ha querido presentar como solucionado o en vías de solución, que es la falsa imagen con la que se quiso clausurar la revolución pingüina de 2006. Tampoco debería resultar sorprendente a la luz de lo que ocurre en el Congreso, porque el proyecto que está en el Congreso considera sólo una parte de las demandas y no asegura los cambios sustantivos que el sistema requiere. Un maquillaje más -entre tantos- gracias a los cuales estilistas de la Concertación y la Alianza han logrado reconocimiento internacional.

Por Marcel Claude, director de Investigación y Estudios de Universidad Arcis (tomado de www.lanacion.cl). Fotos: marcha del 24 de abril en Santiago, tomadas de Indymedia Santiago.



jueves, 24 de abril de 2008

Vaneigem contra el trabajo infantil


Profesor universitario belga huído a París y afiliado durante un buen tiempo a la Internacional Situacionista (de la que fue uno de sus miembros más destacados e influyentes), Raoul Vaneigem publicó en 1967 su "Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones", que junto con "La Sociedad del Espectáculo" (de Guy Debord, también publicado en 1967) fueron los libros más robados en las librerías francesas los meses previos a Mayo del 68. El "Tratado" (editado en español por Anagrama) tuvo un tremendo valor de uso, ya que muchas de las mejores consignas escritas en los muros en la revuelta de mayo provenían de sus páginas. Luego de su alejamiento de la IS, Vaneigem se ha dedicado a profundizar en varios libros su particular punto de vista anticapitalista y libertario (entre ellos: "El libro de los placeres", "Aviso a los vivos sobre la muerte que los gobierna...", "Por una internacional del género humano"). Este presentación fue escrita para el libro "Contra el trabajo infantil", de Philippe Godard (editado en España por Virus).

LA ECONOMÍA DESTRUYE LA INFANCIA

El niño es la principal víctima de la sociedad de mercado, porque lleva en sí la promesa de una vida cuyo impulso está desligado de la ley del beneficio. Su crimen es no ser rentable, y crecer deprisa es el único modo de expiarlo. Emancipado -al menos en Europa- de la familia patriarcal, donde sólo era un objeto sometido al poder arbitrario y casi absoluto del padre, helo aquí, destinado desde la cuna a consumir el tiempo no destinado a la ganancia, a la espera de la edad en que tendrá el deber de producir.
La mentira del humanitarismo enmascara con un rostro humano un sistema que no es otra cosa que el sufrimiento del hombre.
El ser humano ha nacido para crear y para realizarse en el goce de sí mismo y del mundo, no para trabajar. Hasta que el proyecto de una civilización radicalmente nueva no se funde en esta certeza, la infancia no tendrá peores enemigos que los que la han destruido en sí mismos, prefiriendo el dinero a la felicidad.
¿Cómo denunciar a los que maltratan a los niños sin denunciar la inhumanidad que hace prosperar la acumulación de un capital especulativo y no socializado?
El miedo y el desprecio de la vida destilan como humores malsanos del lenguaje político, económico y social dominante. La barbarie que reina en Pakistán, en India, en el Nepal, en Colombia, en Argentina, en Rusia tienen sus defensores más fieles en los mafiosos de la especulación mundial, en los agitadores de los mercados financieros y en los homúnculos de la jet society pedófila, llevados en palmitas por la cobardía cotidiana de la prensa, la radio y la televisión.
Los negreros están por doquier. Si los toleramos en Europa, donde los periódicos los exaltan en base a su cotización en Bolsa, ¿cómo intervenir contra aquellos que se encarnizan con ellos en países cuya pobreza es explotada por el Fondo Monetario Internacional y que, para justificar el trabajo de los niños, recurren a argumentos económicos y filantrópicos de moda entre los propietarios de minas en la Inglaterra del siglo XVIII?
Philippe Godard lo subraya oportunamente: el boicot mundial a los productos obtenidos con mano de obra infantil sólo tiene sentido a condición de disponer también asociaciones locales capaces de asegurar al niño una estructura de acogida y de vida. Está claro que nosotros queremos defender la autonomía de los niños, y no legarles instituciones de asistencia y de dependencia.
Si deseamos verdaderamente que el niño juegue, puesto que la vida enseña a jugar y el juego prepara para la vida, debemos al mismo tiempo crear escuelas de un tipo nuevo y abolir una enseñanza de crianza industrial, expuesta a los peligros de epizooia y a la locura de la violencia. No podemos tolerar más un sistema educativo programado para producir esclavos informatizados. Debemos poner fin a un sistema de formación aberrante en el que el cuerpo, reducido a dos manos que aporrean el teclado de un ordenador ante la ventana de un mundo virtual, acaba desbocándose y, desconectado de toda sensibilidad humana, llega a destruir y eliminar todo lo que cae en sus manos.
La infancia, como manifestación de la vida en toda su exhuberancia, es incompatible con la economía. Aprender a sobrevivir en la jungla del mercado no es aprender a vivir. Nosotros rechazamos una enseñanza para la cual la competición, la concurrencia, el derecho del más fuerte o del más pícaro transforman en un juego de guerra, de odio, de agresividad y de muerte el juego de los verdes paraísos de la infancia, donde brota la pasión por conocer.
El derecho al trabajo es un chiste macabro. El trabajo ha sido siempre una maldición. No nos salva de la miseria, nace de la miseria y la genera, porque está sometido a un beneficio que la escasez acrecienta.
La sumisión al dinero produce una riqueza abstracta que empobrece la vida, además de poner en peligro la supervivencia del planeta.
Lo urgente no es atenuar la barbarie, sino suprimirla. La lucha contra el sufrimiento de los menores es una lucha internacional y absoluta. En el corazón de la batalla contra el gulag mundial creado por la economía del sufrimiento está la conciencia de que la creatividad propia de cada individuo debe prevalecer en todas partes, y de que en todas partes está en disposición de cortar los nudos inextricables de la alienación del mercado.
Por ello, ninguna empresa interesada sinceramente en hacer surgir y desarrollarse la humanidad de la infancia descuidará favorecer la institución de la nueva escuela y relacionar entre sí, a nivel local e internacional, lugares de producción donde la calidad del producto esté de acuerdo con la calidad del tratamiento garantizado al productor.
La creación de sí mismos y de un ambiente favorable permitirán abolir la más antigua de las maldiciones, aquella que niega el simple y natural placer de vivir a cualquiera que esté obligado a ganar dinero.
Es así que un proyecto de vida social basado en la calidad de las relaciones humanas y en un sistema de producción que emplee recursos naturales renovables y no contaminantes puede introducirse y forzar -hasta destruirla- una sociedad en que el aburrimiento, la ausencia de imaginación, el resentimiento y la falta de creatividad son peores que el hambre, porque empobrecen en nombre del beneficio todo aquello que puede enriquecerse en nombre de la capacidad de los seres humanos.

martes, 22 de abril de 2008

"Los niños del futuro" (*), por Wilhelm Reich




*: Tema monográfico del Centro de Investigación Orgonómico Infantil, dado por Wilhelm Reich en la Segunda Conferencia Internacional de Orgonomía, 25 de Agosto 1950. Publicado en Orgone Energy Bulletin (1950).

El futuro destino de la raza humana será creado por la estructura caracterial de los niños del futuro. En sus manos y corazones estará esta gran decisión. Tendrán que limpiar el caos del siglo XX. Esto nos concierne a nosotros, los que vivimos en medio de este gran caos. Un nuevo tipo de desarrollo social, hasta ahora desconocido, entra en escena: El interés internacional por el NIÑO. Este desarrollo empezó en Estados Unidos, poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Nuestra tarea en el nuevo desarrollo parece ser la siguiente:
Nuestros padres y abuelos han intentado penetrar, en el siglo pasado y más de una vez, el muro del mal social con todo tipo de teorías sociales, programas políticos, reformas, resoluciones y revoluciones. En cada intento han fracasado miserablemente. Ni un sólo intento de mejora del destino humano ha tenido éxito hasta ahora. Más que eso, o más bien, peor que eso: con cada intento la miseria se profundizó y aumentó la confusión. La generación actual, a saber, aquellos que están en su madurez ahora, aquellos que tienen ahora de 30 60 años, han heredado esta confusión y han intentado duramente, pero en vano, salir de ella: algunos han sido capaces de levantar la cabeza por encima del caos; otros han sido arrastrados por el remolino, para no salir nunca más. Con otras palabras: Hemos fracasado miserablemente como constructores de una nueva orientación vital para la vida. Estuvimos demasiado agobiados con nuestros propios embrollos pasados. Íbamos cargados con cadenas en nuestras piernas, mientras intentábamos saltar hacia la libertad. Hemos caído, y , como generación, no nos levantaremos nunca más.
¿No hay, entonces, esperanza? Hay esperanza, mucha esperanza, si solamente mostramos el valor y la dignidad de ser conscientes de nuestro miserable fracaso. Entonces, y solamente entonces, seremos capaces de ver dónde y cómo enganchar y AYUDAR.
Podemos ayudar si somos conscientes de la tremenda esperanza, que está vinculada al cambio de la opinión pública, en primer lugar en Estados Unidos, sobre la importancia y la naturaleza decisiva de la educación temprana.
La primera condición para coger las oportunidades dadas es la realización de nuestra propia función: SOMOS SOLO LOS TRANSMISORES DE UN PASADO DEPRAVADO, HACIA UN FUTURO EVENTUALMENTE MEJOR. NO DEBEMOS SER NOSOTROS LOS QUE EDIFIQUEMOS ESTE FUTURO. ¡NO TENEMOS DERECHO DE DECIR A NUESTROS HIJOS CÓMO CONSTRUIR SU FUTURO! YA HEMOS DEMOSTRADO QUE SOMOS INCAPACES DE CONSTRUIR NUESTRO PROPIO FUTURO. LO QUE PODEMOS HACER COMO TRANSMISORES, NO OBSTANTE, ES CONTAR A NUESTROS HIJOS, DÓNDE Y CÓMO FRACASAMOS, PODEMOS, ADEMÁS, HACER TODO LO POSIBLE PARA REMOVER LOS OBSTÁCULOS QUE ESTÁN EN EL CAMINO DE NUESTROS HIJOS, PARA QUE CONSTRUYAN UN MUNDO NUEVO Y MEJOR PARA ELLOS MISMOS.
No podemos, de ningún modo, predicar la "adaptación cultural" para nuestros hijos, ya que esta misma cultura ha sido desintegrada bajo nuestros pies hace más de 35 años. ¿Nuestros hijos tendrán que adaptarse a este siglo de guerras, matanzas en masa, tiranía y deterioro moral?
Es imposible crear un carácter humano independiente, cuando la educación está en manos de políticos. No podemos, ni osamos vender nuestros hijos de esta manera.
NO PODEMOS DECIR A NUESTROS HIJOS QUÉ TIPO DE MUNDO SERÍA O HABRÍA QUE CONSTRUIR, PERO PODEMOS EQUIPAR NUESTROS HIJOS CON EL TIPO DE ESTRUCTURA CARACTERIAL Y CON EL VIGOR BIOLÓGICO QUE LES HARÁN CAPACES PARA TOMAR SUS PROPIAS DECISIONES Y ENCONTRAR SUS PROPIOS CAMINOS PARA CONSTRUIR, DE UNA MANERA RACIONAL, SU PROPIO FUTURO Y EL DE SUS HIJOS.

El Centro de Investigación Orgonómica Infantil
(OIRC)
En diciembre, el día 16 de 1940, se reunieron 40 trabajadores profesionales: médicos, puericultores y asistentes sociales en el Orgone Institute de Forest Hills, Nueva York, para discutir la difícil tarea de la educación: El Estudio del Niño Sano. Fueron escogidos entre unos 100 trabajadores de la medicina y educación orgonómica, ya que ellos son probablemente los más apropiados para ocuparse de esta tarea. La novedad de la tarea estaba en el hecho que la SALUD de los niños se ha vuelto un problema importante en el área de la educación y en el otro hecho de que el término "niño sano" nunca había sido aclarado, ni nadie había intentado de diferenciar la salud de la enfermedad en recién nacidos. La complejidad de toda la empresa se aclarará a través de los procedimientos y el desarrollo que tuvieron lugar durante los 3 primeros meses de este estudio.
El plan fue concebido por un periodo de unos 10 años, de 1939 a 1949, cuando, por fin, se dieron los primeros pasos prácticos hacia una organización de la empresa.
Los que no están familiarizados del todo con los aspectos de lo último en educación temprana del niño pueden preguntarse por qué y cómo los niños sanos pueden presentar un problema, y un problema tan importante como aquel. Esta pregunta será contestada por los propios hechos.
El motivo principal de esta primera reunión preliminar fue presentado en la introducción.
El Centro de Investigación Orgonómica Infantil (desde ahora el OIRC) fue ideado únicamente como una organización de investigación: la investigación estaría limitada a los recién nacidos. Se clarificó y restringió la empresa por el método de exclusión.
El OIRC no prestaría servicio social rutinario ya que éste puede ser prestado por otras instituciones infantiles ya establecidas.
El OIRC no aceptaría a niños enfermos que requerirían un tratamiento rutinario, exceptuando aquellos casos de los cuales se podía llevar a importantes conclusiones por medio de este tratamiento, para el estudio del proceso de salud en recién nacidos.
El OIRC no se comprometería con información matrimonial, exceptuando los padres cuyos hijos estarían bajo el cuidado especial del OIRC. Las razones para estas limitaciones eran las siguientes:
Los servicios de rutina, ya cubiertos por otras instituciones, no deberían ser duplicados, ya que esto no rendiría ningún servicio a la empresa principal.
La aceptación de niños enfermos en el OIRC, necesitaría muchos terapeutas bien formados, y terapeutas bien formados hay muy pocos. Además, la admisión de niños necesitados de tratamiento ofuscaría, muy pronto, la empresa principal: el estudio del niño sano.
No se podían esperar profundas valoraciones del estudio de las funciones biopáticas de niños enfermos emocionalmente, en relación con la salud dada naturalmente. Durante los 30 años de experiencia psiquiátrica, no habían sido obtenidos aspectos decisivos de "salud" en niños. La esperanza de llegar a conclusiones importantes sobre el desarrollo sano, sacadas de las funciones biopáticas ha fracasado totalmente. No parece que exista un acercamiento a la salud a través del estudio de la enfermedad. Por otra parte se esperaba una valoración precisa de la enfermedad, si se aclaraba la cuestión del funcionamiento natural y sano, desde esta base u operación. No obstante, la base del funcionamiento sano en recién nacidos tenía que ser elaborada primero, antes de que pudiera ser un factor seguro de comparación, para la valoración de la enfermedad. Por ejemplo: La tosferina o el constipado, ¿es un desarrollo dado de modo natural o es un desarrollo culturalmente inducido? Nadie lo sabe.
La formación, como también la estructura caracterial de la mayoría de los padres, médicos y educadores está relacionada con la estructura humana de hoy y los puntos de vista sociales sobre educación. No puede haber desacuerdo sobre el hecho de que las enfermedades emocionales en adultos están muy extendidas: el padre, el educador y el médico medio, llevan la pesada carga de la educación equivocada de la primera mitad de este siglo XX, que perpetúan los centenarios de extrema ignorancia sobre la infancia. Las distorsiones estructurales en el carácter de los padres, médicos y educadores son transmitidas automáticamente a cada generación recién nacida. Así, la opinión pública equivocada sobre la educación, y con ella, el acorazamiento de las capacidades naturales en los recién nacidos se reproducen sin fin. Obviamente es indispensable cortar este círculo vicioso, de un modo arbitrario y correcto. La palanca para romper este círculo vicioso puede ser, en el estado actual de conocimientos de estas materias, solamente la elección cuidadosa de los padres, cuyos bebés serán observados y cuidados.
La empresa, por lo demás, era demasiado grande para permitir la distracción por otros problemas educacionales, que ahora se conocen bien y que son tratados bastante bien.
Se dejó perfectamente claro que, para empezar, la elección de padres adecuados presentaría ya de por sí, un importante problema, que había que solucionar primero.




La Estructura Básica del OIRC

La organización del OIRC tenía que reflejar la tarea a efectuar. El trabajo tenía que estar concentrado sobre el proceso de desarrollo, desde la concepción al parto y hasta la edad de 5 ó 6 años es decir, la edad en la que se completa la estructura caracterial básica, para alcanzar las funciones plasmáticas y bioenergéticas dadas por la naturaleza del niño. En consecuencia había que formar cuatro grupos básicos.

1) El cuidado prenatal de la madre embarazada y sana.

Este servicio incluía información sexo-económica para los padres durante el embarazo, medidas higiénicas rutinarias, cambio de prácticas habituales, que sabíamos dañinas para el crecimiento del embrión, como p.e. fajas, falta de descarga orgástica durante el embarazo: revisiones periódicas del comportamiento bioenergético del organismo en general y de la pelvis en particular. Había que determinar qué tipo de influencia, si la había, ejerce la depresión, el odio bloqueado, el llanto etc. sobre el desarrollo del embrión durante el embarazo. Aprendimos pronto que casi todo estaba aún por descubrir a este respecto. No se sabía nada sobre los factores emocionales en el embarazo y no teníamos más que un par de experiencias clínicas bien definidas a nuestra disposición y de las cuales teníamos que partir: como p.e. el bloqueo de la corriente energética en el organismo debido a una descarga energética desordenada. También se planteó la tarea de encontrar un tocólogo que estuviera dispuesto a colaborar, aunque no entendiera, por lo menos no obstruiría los procedimientos orgonómicos.

2) Supervisión cuidadosa del parto y de los primeros días de vida del recién nacido.

Esta segunda tarea apareció como la más crucial. El nacimiento y los primeros días eran bien conocidos como el periodo más decisivo del desarrollo. La mayoría de las depresiones crónicas y melancólicas se desarrollan de una frustración temprana, también, y en especial, el desarrollo defectuoso de percepción y su integración, durante las primeras seis semanas de vida, era claramente responsable del desarrollo de separaciones esquizofrénicas y del carácter esquizoide. En este período, el psiquiatra especializado en psiquiatría infantil, intervendría y, en colaboración con la madre, intentaría comprender las expresiones naturales del recién nacido para remover cualquier obstáculo en su camino. La dificultad más grande, que se tenía en este periodo, era la falta de conocimiento de las expresiones bioenergéticas en el recién nacido. La situación educacional es especialmente pobre a este respecto: No sabemos ni qué ni cómo vive el recién nacido sus primeras semanas de vida fuera del útero. Estábamos seguros de que con una observación cuidadosa, los problemas se presentarían rápidos y claros y serían resueltos eventualmente.

3) La prevención del acorazamiento durante los primeros 5 ó 6 años de vida.

También en este aspecto se sabía muy poco clínicamente y la mayoría de los problemas estaban oscuros cuando los abordamos. Podíamos esperar que la tarea de tratar niños ya gravemente acorazados sería diferente a la tarea de reconocer el acorazamiento en desarrollo en un niño, que de otro modo, se desarrollaría naturalmente. No se sabía nada de qué rasgos caracteriales en la infancia son debidos al acorazamiento temprano, y cuáles son debidos a la expresión natural de la vida.
Durante los últimos años habíamos visto algunos niños criándose de un modo totalmente diferente: con autorregulación. Niños que desarrollaban reacciones caracteriales diferentes. Queda por ver hasta qué punto estábamos tratando con desarrollos biológicos auténticos. No podíamos obtener ninguna respuesta a estas preguntas de ninguna institución ya establecida. Por eso estábamos preparados para tener que empezar de cero. También sabíamos que solamente padres, enfermeras y pediatras, que no habrían perdido su SENTIDO o su SENSACIÓN ORGONÓTICA y expresión orgánica, serían aptos para hacer investigación en este campo.

4) Estudio y relación del desarrollo posterior de los niños que crecían guiados así, desde su concepción hasta sus años posteriores, bien pasada la pubertad.

De esta explicación de la empresa de investigación de la infancia se deduce que solamente el movimiento muy despacio sería fructífero. No se podía componer un programa de investigación y encontrarse después con un callejón sin salida. Se advirtió repetidamente, en aquella primera reunión, de estar preparados para un trabajo de mucha paciencia y persistencia que duraría muchos años: de no esperar ningún resultado rápido, de desprenderse de todo tipo de ideal o expectación mística en cuanto a niños "sanos" o la creación de caracteres "genitales": de estar atentos a las reacciones de desilusión o conflicto, de aprender a reconocer a tiempo los errores y las ideas equivocadas sobre la educación infantil, de estar dispuesto a exponer libremente impedimentos personales estructurales para ser discutidos en el grupo, de estar dispuesto a dimitir si y cuando se sentía inadecuado y demasiado impaciente, de darse cuenta de que, hasta ahora, no sabíamos nada de lo que es o lo que sería un "niño sano".



Para ver claramente los problemas y para formularlos concreta y correctamente cuando se presentaban, se requeriría un progreso de desarrollo muy lento del proyecto. Había que contar con 10 a 15 años, de cuidadoso trabajo para alcanzar los primeros resultados decisivos, sobre los cuales se podría construir después con toda seguridad. Estos resultados ulteriores harían, esperábamos, que mereciera la pena el gran esfuerzo. Se debería tener presente que todo el proyecto, con toda su importancia, fue concebido solamente como un programa de orientación. No era importante si se cumplía el programa o no. Si tenía que fracasar aprenderíamos porqué estos proyectos tienen que fracasar ahora y algo importante se habrá ganado hasta con un resultado negativo.
Cada trabajador en la reunión era, por experiencia profesional y entrenamiento personal, totalmente consciente de las tremendas consecuencias de la empresa. Durante los largos años de duro trabajo sobre estructuras caracteriales humanas, habíamos aprendido que no podíamos esperar que los seres humanos acorazados, totalmente aparte de cuestiones de conocimiento y capacidad, fueran capaces de manejar la cuestión de la salud de una manera satisfactoria. Así, entramos ya en la discusión preliminar de una de las cuestiones más difíciles de sobrellevar y de resolver. ¿Quién sería capaz de aceptar y llevar a cabo el trabajo de acuerdo con las exigencias de éste? ¿Seríamos capaces de deshacernos, o por lo menos, de mantener bajo control, nuestras propias estructuras distorsionadas y retorcidas? Estaba claro que, en cualquier momento, nuestros propios impedimentos se harían evidentes. No intentábamos, en absoluto, huir o escondernos de este importante obstáculo. Al contrario: sabíamos que sólo la plena consciencia de nuestras propias estructuras caracteriales y la predisposición de exponerlas cuando se presentaran, muy probablemente, nos facilitarían proseguir. Sabremos muy pronto, que no sólo era correcto este punto de partida, sino que también llegábamos pronto a la primera conclusión importante: era imposible ejecutar la tarea con estructuras humanas claramente distorsionadas emocionalmente.
También se les avisó evitar cualquier tipo de chismorreo, calumnia, tácticas y estrategias políticas, sólo valdría el cumplimiento riguroso, y no se toleraría un comportamiento clandestino durante el curso del trabajo. Las ambiciones personales y la envidia al cumplimiento de compañeros, tenían que ser controladas. Un comportamiento modesto y sin miedo hacia el comportamiento equivocado y fanático, por parte de los que odian la infancia, tenían que ser los requisitos esenciales.
Para eliminar, desde un principio, cualquier malentendido sobre la naturaleza de la empresa, se acordó que no sería tolerado que ninguna opinión pública, no importa de que fuente o fuerza, que pudiera impedir el desarrollo de salud en los niños, ejerciera su influencia en nuestros procedimientos. No se toleraría la discriminación entre padres que poseían un certificado de matrimonio y los que no lo tenían. Los rituales religiosos, como la circuncisión, serían juzgados solamente desde el punto de vista de si hacen bien o mal a los niños y no, si son o no son creencias estimadas o costumbres de grupos, de gente o naciones. Además, se tenía que entender claramente y desde el principio, que cualquiera que sintiese una fuerte oposición en contra de los juegos genitales de niños en la edad de 3 a 5 años, por las razones que fueran, no debería aceptar el trabajo. Estas clarificaciones preparatorias tenían como fin de introducir el punto de vista básico, del cual procederían todos los actos y valoraciones.
La especie humana ha estado dividida durante milenios en numerosos grupos: según nacionalidad, raza, religión, estado, etc. Durante milenios cada grupo humano ha dirigido sus propias medidas educacionales de ajuste de cada nueva generación a los ideales nacionales, religiosos o raciales e instituciones específicas.
Si preguntamos a un dictador lo que piensa sobre cómo debería ser un niño sano, indudablemente respondería que debería ser un buen defensor del honor de su patria. Un católico diría que un niño sano o "normal" es aquel que obedece las costumbres de la Iglesia Católica: matando el anhelo "pecaminoso de la carne", aparecería aquí como la opinión principal. Un miembro de la civilización occidental definirá el niño sano como el portador ideal de la cultura occidental y el representante de la cultura oriental definirá la salud del niño como la capacidad de ser obediente, estoico, no emocional, y dispuesto a continuar con las viejas tradiciones del patriarcado oriental. El punto de vista oficial en la Rusia dictatorial, es que el niño deberá ser "como Stalin". Nosotros, por otra parte, no queremos en absoluto que nuestros hijos sean como Stalin, ni como nadie, por esta razón. Nosotros queremos que sean ellos mismos.
Lo que tienen en común estos ejemplos es obvio: EL COMPLETO DESPRECIO PARA LA NATURALEZA DEL PROPIO NIÑO. Salud, normalidad, aptitud son definiciones según los intereses que están fuera de la esfera de desarrollo de los niños. El niño está supeditado al estado, como a la dictadura o la "cultura", al psicoanálisis o la Iglesia, o a algún punto de vista histórico, como p.e. la educación judía ortodoxa (circuncisión, etc.).
Aquí no es necesario alegar muchas pruebas para rebatir todas estas opiniones públicas sobre la educación. Empieza con lo que un niño debería ser o representar y no lo es un recién nacido. Un recién nacido es, ante todo, una pieza de la naturaleza viva, un sistema orgonótico gobernado por ciertas leyes bioenergéticas. Nadie negará el hecho que la naturaleza es un reino infinitamente más amplio que la iglesia, o el estado, o una cultura en particular o en este caso, el fin o la idea que está fuera del funcionamiento del recién nacido. Si alguna vez se diera una base natural para el funcionamiento cooperativo internacional de la sociedad, entonces esa sería el principio vital que cada recién nacido trae consigo, ya sea en Leningrado, Tibet o Nueva York. La moderna investigación sociológica nos ha convencido, sin lugar a duda, de que la nueva generación solamente trae consigo la herencia bioenergética eso y nada más ni cultura, ni religión, ni ciudadanía, ni siquiera un amor innato absoluto hacia sus propias madres.
Ahora, en vez de adoptar las condiciones de la vida social al principio vital de los recién nacidos, en vez de desarrollar todos los ideales culturales hacia la preservación y la seguridad del principio vital innato del niño, el niño es adaptado a cierta iglesia, estado o cultura. Donde el principio natural tiende a unir la humanidad en los profundos recursos del principio vital, los principios culturales, religiosos, estatales y otros tienden a quebrantar y a dividir esta unidad básica de la existencia humana e internacional. Esto debería ser entendido fácilmente en USA, donde la mezcla de principios nacionales, culturales y religiosos es una característica específica de la nación. Será más difícil entender eso en los países, donde, a lo largo, las restricciones, debidas al idioma o a la historia, tienden a separar la nación del mundo.



El principio de lo vivo no es solamente mucho más amplio y profundo que cualquier otro principio de educación, sino que dirige claramente nuestras opiniones hacia el fin central de higiene mental preventiva de una manera totalmente natural. Es necesario explicar esta declaración, ya que puede sorprender a más de un lector, aunque es simple y habla por si misma.
La conclusión completamente válida, que puede ser derivada de nuestro conocimiento caracterológico es la siguiente: si el rígido acorazamiento del animal humano es el principio básico común de su miseria emocional, si es este acorazamiento que le pone, como especie biológicamente única, fuera del límite del funcionamiento natural, entonces se obtiene la siguiente conclusión lógica: LA PREVENCIÓN DE ACORAZAMIENTO RÍGIDO ES EL FIN CENTRAL DE LA HIGIENE MENTAL PREVENTIVA.
La facilidad con la cual el ser humano no acorazado es capaz de manejar sus dificultades vitales es otra prueba de lo correcto de esta conclusión. El principio biológico que es tan predominante comparado con cualquier otro punto de vista, no parece ser negado por el razonamiento, por la religión verdadera (separada del negocio eclesiástico) y está apoyado por cada importante evento de la historia del hombre. Pero este principio ha sido reemplazado, a través de milenios, por otros principios más estrechos, que dejan la naturaleza innata del propio niño totalmente fuera del cuadro. Esto debe tener alguna razón importante.
No aparecería nunca la necesidad de prevención de acorazamiento si nuestros hijos crecieran como manda la naturaleza o "Dios". Ha sido probado, sin lugar a dudas, que los organismos que funcionan según la ley de la naturaleza están libres de biopatías. La historia de la raza humana está llena de declaraciones de grandes exploradores y sabios, que confirman este simple hecho. Sin embargo, nadie sabía, antes del descubrimiento de la energía orgonótica en el organismo, cómo era exactamente "la ley de la naturaleza". Los niños nacen en todas partes, como otros animales, sin acorazamiento. Esto constituye la base más firme de la higiene mental, una base mucho mejor que cualquier intento de desarmar más tarde o prevenir este acorazamiento. Ahora, este principio natural es cambiado por otros puntos de vista, que le asfixian y le hacen inefectivo. Tenemos que plantearnos la pregunta de cómo una actitud tan obviamente insana puede tener lugar.
Hay varias razones para esta locura general:
1) El principio bioenergético natural en el recién nacido es reprimido sistemáticamente y destruido por el padre y educador acorazado: son mantenidos en su ignorancia por las poderosas instituciones sociales que hacen florecer el acorazamiento del animal humano.
2) Un simple, pero tenaz malentendido de la naturaleza gobierna toda la educación y filosofía cultural. Existe la idea de que la naturaleza y la cultura son incompatibles. Los psicoanalistas han fracasado en cuanto a distinguir entre impulsos primarios naturales e impulsos secundarios perversos: les han dejado juntos dentro del mismo puchero, para decirlo así, de acuerdo con la ideología "cultural general", y están matando continuamente la naturaleza en el recién nacido, mientras intentan destruir el "pequeño y brutal animal". Son completamente ignorantes del hecho de que es exactamente esta destrucción la que crea el carácter secundario cruel y perverso, el así llamado "carácter humano", y que estas creaciones artificiales y culturales, hacen, a su vez, necesarias las brutales leyes de un moralismo compulsivo.
3) Hasta ahora la mayoría de la raza humana se distingue del resto del reino animal por su rigidez y acorazamiento: desde que, además, el gran anhelo de redención como una clara expresión para el reestablecimiento del estado natural y no acorazado de las cosas ("paraíso"), desde que, finalmente, el animal acorazado, el hombre, es totalmente incapaz de alcanzar su meta, ardientemente deseada, a saber, libertad para su organismo: libre de tesura, rigidez, pesadez, inmovilidad y el resto de la camisa de fuerza biofísica: debe odiarlo por necesidad, y cuanto más lo debe odia, menos capaz es de alcanzarlo. Este es el quid de la cuestión, que nosotros llamamos la "plaga emocional". Por eso la supresión de la naturaleza en el niño no se hace meramente para adaptarlo a algún estado, iglesia o cultura, eso es una función secundaria. Primero está el terror, que deja al ser humano atónito, cuando se enfrenta con cualquier tipo de expresión viva y que es responsable del acorazamiento sistemático de las generaciones recién nacidas. ES EL ODIO BRUTAL, BASADO SOBRE EL TERROR, EL QUE ORIGINA EL ACORAZAMIENTO EN LOS RECIÉN NACIDOS.
Visto desde el ventajoso ángulo biofísico, la adaptación a la cultura, al estado o a la iglesia son meramente resultados, aunque de EVASIÓN y son medios altamente elogiados y poderosos del único tipo de funcionamiento que podía y resolvería, más o menos tarde, la miseria del hombre de una manera simple. Las instituciones de la sociedad requieren la supresión de la naturaleza en el niño y su adaptación a ideales que son, para empezar, ajenos a su naturaleza, son funciones carentes de significado y meramente secundarias, visto desde el extenso y profundo ángulo de lo vivo. Las instituciones y las ideologías están al alcance del poder del hombre. Puede cambiarlas solamente deseándolo. La base biofísica está fuera de su alcance. Lo sabe cuando dice que "Dios" está fuera de su alcance. La idea que Dios no puede ser reconocido o alcanzado es una clara expresión de la incapacidad de alcanzar el núcleo biológico de la existencia en su totalidad. Se ha enredado en un laberinto de palabras que le alejan de la verdad, en ideas que no tienen sentido, en hechos crueles que aborrece pero comete, como si estuviera forzado a actuar así por un destino perverso ("el diablo").



Parece que se han aclarado muchas cosas en las últimas décadas de estudio del "carácter humano". Ahora sabemos, de una manera muy práctica, que la crueldad del hombre está sobre todo en contra de lo que más desea. Con cada intento para alcanzar su meta sagrada, anhelada profundamente, encuentra nada más que su propia rigidez. En los repetidos y desesperados intentos de romper su rigidez, cada impulso de amor es convertido en odio. El hombre no quiere odiar: está forzado a odiar por su acorazamiento. Ahora está más claro, en un sentido amplio, el porqué cuando más habla de "paz", más seguro obtiene guerra.
También está claro porqué el hombre mata la naturaleza en cada recién nacido, y con ello, la única esperanza de solucionar sus problemas más importantes. Mata con una consistencia y una maquinaria intrincada de ideas e instituciones, evasiones y creencias equivocadas: si estos esfuerzos fueran empleados de una manera adecuada, podrían mover montañas.
Hemos descrito ampliamente en otras publicaciones lo que aquí hemos intentado esbozar en unas cuantas páginas. No obstante, no hemos intentado nunca hasta ahora esbozar el carácter de, lo que podemos llamar, un "niño sano", como visto sólo desde el punto de vista biofísico, y de ningún otro.
Tuvimos, durante los últimos años, la oportunidad de observar el crecimiento sin ninguna consideración debida a cultura, iglesia o estado. Aquí es esencial resumir brevemente lo que hemos aprendido. No pretendemos dar una descripción completa de esta nueva y extraordinaria experiencia. Estos niños fueron los mejores maestros que habíamos tenido hasta ahora. Nos enseñaron más sobre biología y autorregulación de lo que habíamos podido esperar aprender durante 30 años de trabajo como psiquiatras y médicos. Fue, en su total, como mirar hacia la "tierra prometida". También fue una lección de lo que hace la "plaga emocional" del hombre a sí mismo.
El recién nacido, mientras no haya sufrido ya daño en el útero, trae consigo toda la riqueza de plasticidad natural y desarrollo productivo. El recién nacido no es, como muchos creen erróneamente, un saco vacío o una máquina química en la cual todos y cualquiera puede tirar sus ideas particulares sobre lo que debería ser un ser humano. Trae consigo un sistema energético adaptable, enormemente productivo, que, de sus propios recursos, establecerá contacto con su entorno y empezará a modelarlo según sus necesidades. La tarea básica y principalísima de toda educación, que esté dirigida por el interés del niño y no por el interés de programas de partidos, provechos propios, intereses eclesiásticos, etc., es remover cada obstáculo en el camino de esta productividad y plasticidad naturales de la energía biológica. Estos niños tendrán que elegir sus propios modos de ser y determinarán sus propios destinos. Tenemos que aprender de ellos, en vez de imponerles nuestras propias ideas retorcidas y prácticas maliciosas, que ya, con cada nueva generación, han demostrado ser tanto dañinas como ridículas. Es aquí, por primera vez, que se ha encontrado una base positiva y amplia.



DEJE QUE LOS NIÑOS MISMOS DECIDAN SU PROPIO FUTURO. Nuestra tarea es hacerles capaces para decidir ellos mismos y no destruir sus poderes naturales para actuar así.
De esto concluimos: uno de los primeros requisitos más importantes será que todos los participantes deben ser examinados en cuanto a su propia motilidad bioenergética y su disposición a quedar en segundo término y a dejar actuar, de una vez, a la naturaleza. Es fácil para la humanidad decir: "Vuelta a la naturaleza". Es difícil parar a la humanidad interfiriendo la naturaleza.
Para el médico o educador que ha tratado con la miseria biopática del hombre durante décadas, era evidente que en cualquier momento, de una forma u otra, nuestro proyecto se encontraría con la misma e intensa ansiedad y odio brutal que es tan bien conocido, tanto de las prácticas individuales, como en las matanzas en masa de los lunáticos hitlerianos. No obstante, para aquellos reunidos en aquella habitación de Forest Hill, debe haber sonado un tanto peculiar y hasta extraño, cuando se indicó netamente que deberían contar con terroríficos obstáculos en su propio medio, que ninguna estructura caracterial humana, que haya sido moldeada durante los últimos miles de años, estaría libre o podría liberarse por completo de este odio hacia la vida. No deberíamos tener ilusiones: este odio, profundamente estructuralizado, no importa lo bien tapado que esté por amor e interés en el niño, se mostraría inevitablemente y intentaría matar la empresa. Sólo el desarrollo posterior podrá probar si esta anticipación es correcta o no.
Se decidió no dar publicidad al nuevo experimento, sino esperar pacientemente hasta que se hubiera aprendido lo bastante sobre las reacciones del Centro de Investigación de los descubrimientos venideros. Antes de que alguien pudiera esperar hacer algo realmente significativo en público, debería aprender a reconocer el odio hacia la vida en sus modos ocultos y desviados y encontrar los medios adecuados para manejar este odio.
Con estos esbozos preparatorios del terreno, la asamblea procedió a discutir los asuntos de organización. El primer paso, durante los siguientes tres meses, debería ser la demostración del acorazamiento en niños con biopatías y las primeros señales de acorazamiento en niños razonablemente sanos.

jueves, 10 de abril de 2008

Tribunal Constitucional y Lucha de Clases



¡Viva la lucha de clases!
El Mostrador
9 de Abril de 2008

Por Nicolás Espejo*

No son pocos los que, con la candidez propia de quien desconoce la historia, han predicado el fin de la sociedad de clases. Imbuidos por la impronta de nuevas formas de catalogar lo social, algunos han sugerido que la calificación tradicional marxista –que distingue entre la clase burguesa y el proletariado- carece de validez bajo las crecientes condiciones de hibridización de la sociedad capitalista actual. Por eso, para muchos, es mejor hablar de formas de “estratificación social”, dependientes de estructuras de diferenciación asociadas a la raza o el género, entre otras.

La sociología marxista moderna ha respondido a esta cuestión indicando que, para describir correctamente la operatividad de la sociedad capitalista, el análisis de clase debiese evitar su reducción a la mera tenencia -o la falta de ella- de ciertas formas de capital económico. Como lo indica agudamente la sociología Bourdieana –entre otras- las distintas formas de capital cultural, simbólico o político, también acaban determinando fuertemente el lugar de los sujetos dentro de la sociedad capitalista. El ejemplo de la educación es paradigmático en este sentido. Si usted estudia en el Colegio San Ignacio o en el Tabancura, debe hacer casi lo imposible para terminar perteneciendo a los sectores menos aventajados económica, social y políticamente de la sociedad. Si duda sobre esta cuestión, puede revisar los diversos “rankings” que al efecto se elaboran constantemente en esta materia.

¿Qué tiene que ver todo esto con el fallo del Tribunal Constitucional sobre la píldora del día después? Muchísimo. La decisión del TC en esta materia viene a recordarnos varias cosas.

Primero, que el valor simbólico de la mujer en Chile no ha llegado –a pesar de que el Gobierno diga que tenemos “mucho que celebrar”- a transformarse en un status jurídico pleno. Si es que el TC cree que el derecho a la vida del que está por nacer es un derecho absoluto, que no debe ponderarse con ningún otro derecho, entonces simplemente las mujeres no son reconocidas como portadoras de derechos en ningún sentido jurídicamente relevante. El derecho a la vida del que está por nacer, independiente de su estado embrionario, triunfa siempre frente a cualquier otro derecho (como el derecho a la autonomía o a la salud sexual y reproductiva de la mujer). Por ello, en Chile usted se encuentra mejor protegido por la Constitución Política de la República de Chile si es dueño de un auto –el TC ponderará agudamente su derecho a la propiedad y la libre circulación con el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación -, que si resulta ser una mujer en edad fértil (ya sabemos, ahí no hay nada que ponderar).

Segundo, la decisión del TC nos recuerda que la división de clases en Chile, esa que pone nerviosa a la derecha y que la izquierda parece ya haber olvidado, sigue rampante. No le basta al TC que, por el sólo hecho de ser mujer, usted no tenga ningún derecho que hacer valer como argumento relevante en materia de su autonomía sexual y reproductiva. Si por esas cosas de la vida –lo que los filósofos morales llaman “la lotería natural”- a usted no solo le tocó “la mala suerte” de ser mujer, sino que, además, se ve enfrentada al hecho de depender de la salud pública, las cosas no se ven necesariamente auspiciosas. La decisión del TC, ya lo sabemos, garantiza que las mujeres menos aventajadas socio-económicamente de Chile no tengan el mismo derecho a acceder a medicación anticonceptiva de emergencia en los mismo términos que las mujeres mejor situadas en la estructura de capital económico. Se trata, como lo indica la literatura especializada, de una forma reforzada de discriminación: usted “paga” por ser mujer y por ser pobre (o menos favorecida socio-económicamente).

Por eso es que el fallo del TC es clasista en el más específico y técnico de los sentidos. No sorprende, claro está. Es un reflejo del Chile real. Pero no por eso deja de molestarnos y ofendernos. Por eso no es descabellado decir: ¡Qué viva la lucha de clases!

*Nicolás Espejo es director de centro de derechos humanos de la UDP

TC x 2: Teoría Crítica versus Tribunal Constitucional




Sobre la cuestión del nacimiento

¿Quién no se ha planteado el problema moral de si es bueno o no traer niños a la vida, y quién no ha respondido ya a esto: “eso depende”? “Eso depende” significa que una mujer rica, que da a luz, trae al mundo a uno que da trabajo; por el contrario, la muchacha pobre da a luz a uno que nunca lo recibirá. Por tanto, concluye el filósofo malthusiano, la gente pobre debe andar con cuidado. Pero este pensamiento toma una dirección falsa. En lugar de mantener alejados del mundo a millones de niños no deseados, debería permitírseles arreglarlo. Obviamente, mientras el trabajo –que aquellos no quieren dar- no pueda ser hecho por éstos, tienen que quedar fuera. Sus madres maldicen su llegada. El mundo es la casa de la clase dominante. Ésta cierra la puerta a los carpinteros que la quieren hacer más grande y más luminosa. El derecho de propiedad de aquélla ha sobrevivido.

Nota:
Podría parecer contradictorio que en los últimos tiempos por lo general precisamente aquellos que afirmaron la imposibilidad de una provisión más justa y más rica de la humanidad, aconsejaran a los pobres la restricción de las relaciones sexuales, la prevención moral, y por tanto la ascesis, pero combatieran profundamente los medios anticonceptivos y el aborto. Esto se contradice sólo si interesa realmente el bien del hombre. Esos bravos servidores del capital sólo tienen en cuenta el mantenimiento de las relaciones existentes, y ahí reconocen instintivamente que el placer por sí mismo, el placer sin fundamento ni excusa, sin racionalización ética ni religiosa, significa un peligro mayor para esta forma de sociedad, convertida en cadena, que el aumento del ejército de parados.

Max Horkheimer, Ocaso (Notas, 1926/1931).